viernes, 19 de octubre de 2012

Decálogo del Día del Señor


DECÁLOGO DEL DIA DEL SEÑOR

1. Espera, además del domingo para dar gloria a Dios, aquel instante en el que Jesús –apareciendo en el horizonte- nos librará de toda tristeza, angustia y mal. Por eso, en la Eucaristía, siempre cantamos: “VEN, SEÑOR, JESUS”

2. Vive tu relación con Dios de una forma constante. No te dejes llevar por el “hoy sí y mañana no”. Reza como quien tiene necesidad de hablar con Aquel al cual se ha cogido cariño

3. Escucha , con atención, la Palabra de Dios. Para ello, no lo dudes, es imprescindible la puntualidad, la atención y el silencio. Dios habla pero, no siempre, escucha los oídos despiertos. Dios sigue hablando a la cultura, hombres y mujeres de nuestro tiempo.

4. Cultiva tu actitud de vigilancia. El Señor, cuando menos lo pensemos, vendrá a nuestro encuentro. Y no sólo al final de los tiempos. Tal vez hoy, mañana o pasado te llamará a su presencia: ¿Te encontrará velando? ¿Mirando en dirección hacia el cielo o perdido en mil historietas en la tierra?

5. No te conformes con la misa dominical. El Día del Señor es mucho más. Nos evoca la Resurrección de Cristo y, por lo tanto, toda la jornada tiene que estar impregnada de un sentido cristiano: la Eucaristía, la oración, una obra de caridad, la bendición de la mesa, el descanso.

6. El Día del Señor, como aquella mañana en la que Cristo salió del sepulcro, nos infunde alegría. Es una llamada a la fiesta. Tenemos que recuperar el sentido festivo del domingo. No es positivo, más bien al contrario, cargar con más obligaciones el día que debiera ser de liberación, de paz o de sosiego.

7. En el Día del Señor, día de apariciones del Resucitado, los cristianos nos reunimos para compartir el manjar de la Eucaristía. No lo hagas por obligación. Reunirse con los hermanos de una misma familia ¿no es acaso causa de gozo y de emoción, de diálogo y de júbilo? No somos sólo individuos, somos comunidad.

8. Descansa de tus fatigas y preocupaciones. Que nada, deporte, ocio, actividades domésticas, televisión u otras actividades, te impidan dar gloria y alabanza a Dios. Hay un serio peligro: tributar culto a otros “dioses” (futbol, deporte, ocio, excursiones) ¿Dónde queda Dios?

9. Invierte tiempo para que, el Día del Señor, sea también una llamada a consolidar la familia, el amor, la generosidad y la relación con los demás. Busca aquello que te puede producir sensación de descanso y no de agobio.

10. Que el Domingo, Día del Señor, se note en tu casa; con una comida –sin ser opulenta- que sea especial. Un buen postre, un licor, un adorno, el recuerdo por los fallecidos en la familia, una breve lectura del evangelio. Nuestras familias, para que vuelvan a ser cristianas, tienen que volver a la casa del Padre, a recuperar el sentido sagrado del Día del Señor.

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