lunes, 26 de noviembre de 2012

Decálogo de Adviento

1.- Adviento es de etimología latina, que significa “venida”.

2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.

3.- El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.

4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.

5.- El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.

6.- El adviento es llamada a vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en la justicia y en el amor.

7.- El adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella.

8.- El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas.

9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día.

10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador del mundo.

viernes, 19 de octubre de 2012

6 Pistas para un catequista


1. La fe. El catequista no enseña sólo por la palabra. Su fe, si es viva y vivida, es el mejor vehículo transmisor para que, los niños o los jóvenes, intuyan lo que es creer en Jesús.

2. La Palabra de Dios. El catequista no habla de sus cosas. Desarrolla su actividad “en nombre de”. La Palabra de Dios, no ha de faltar antes ni después de una buena catequesis. Es la luz que ilumina.

3. El testimonio. El catequista ha de establecer y buscar un acorde, lo más perfecto, entre lo que es, dice y hace. Si demuestra, con sus obras, que cree en Dios, las palabras no serán ni necesarias. El humo denota donde está el fuego.

4. La oración. El catequista sabe que su poder de persuasión no reside en él. Hay una fuerza suprema, Dios, que es quien le orienta y hará que fructifique todo a su tiempo.

5. La formación. Nadie posee el todo por ciencia infusa. Un catequista sin formación, es un catequista que corre un serio peligro: la relajación, el error o el relativismo.

Catequista es ser una persona de fe que confía en la Palabra de Dios, que da testimonio de su experiencia divina, que busca los momentos de oración y, porque sabe que es débil, intenta saber más y mejor, a través de la formación, de lo que la Iglesia le confía.

La Biblia es...

El Misionero


  • El Misionero es una persona enamorada del Reino, que ve y gusta la acción de Dios en los pueblos y culturas. Tiene  una profunda espiritualidad misionera, es el hombre de las bienaventuranzas. 
  • Se siente enviado, como Jesús lo fue del Padre, realizando el proyecto de Dios en medio de los hombres.
  • Está formado según el Magisterio de la Iglesia. 
  • Está preparado y entrenado por su formación a trabajar en equipo, con sentido de comunión y de participación.
  • Tiene también, en vista a su trabajo misionero específico, una preparación cultural adecuada.
  • Es capaz de arriesgarse. Va a donde otros no se animan a ir.
  • Opta con decisión privilegiando los grupos humanos y lugares más difíciles, donde todavía no ha penetrado el mensaje de Cristo, o ha penetrado en forma insuficiente. No le asusta partir más allá de las fronteras.
  • Sabe hacer un buen análisis de la realidad, con un profundo sentido humano.
  • Está dispuesto a caminar y respetar el ritmo de la gente, con mucho sentido de adaptación.
  • Es un agente válido para la promoción humana, y su servicio es gratuito.
  • Su conciencia misionera es tan amplia como el mundo, está abierto a otras culturas y a renovarse constantemente frente  a la novedad y al cambio que las situaciones y la gente exigen.
  • Procede con discreción y humildad, no pretende ser siempre protagonista. Le da a cada uno su propio lugar.
  • Es una persona de  buen corazón, portador de consuelo, reflexivo sobre la realidad a la que va encaminado a trabajar, comunitario, fraternal, capaz de dar el testimonio que el mundo espera. Su vida es coherente con la fe que anuncia y proclama.
  • Descubre con su sensibilidad misionera las necesidades de integrar esta dimensión en todos los aspectos de la vida cristiana y eclesial.
  • Sabe ser también animador misionero de su propia Iglesia de origen, ayudándola a abrirse a la Iglesia universal.
  • Tiene como un sentido y un instinto de “éxodo” y de “itinerancia” al estilo de Abraham y del Pueblo de Dios peregrino
  • Es alegre para servir.

Decálogo del Día del Señor


DECÁLOGO DEL DIA DEL SEÑOR

1. Espera, además del domingo para dar gloria a Dios, aquel instante en el que Jesús –apareciendo en el horizonte- nos librará de toda tristeza, angustia y mal. Por eso, en la Eucaristía, siempre cantamos: “VEN, SEÑOR, JESUS”

2. Vive tu relación con Dios de una forma constante. No te dejes llevar por el “hoy sí y mañana no”. Reza como quien tiene necesidad de hablar con Aquel al cual se ha cogido cariño

3. Escucha , con atención, la Palabra de Dios. Para ello, no lo dudes, es imprescindible la puntualidad, la atención y el silencio. Dios habla pero, no siempre, escucha los oídos despiertos. Dios sigue hablando a la cultura, hombres y mujeres de nuestro tiempo.

4. Cultiva tu actitud de vigilancia. El Señor, cuando menos lo pensemos, vendrá a nuestro encuentro. Y no sólo al final de los tiempos. Tal vez hoy, mañana o pasado te llamará a su presencia: ¿Te encontrará velando? ¿Mirando en dirección hacia el cielo o perdido en mil historietas en la tierra?

5. No te conformes con la misa dominical. El Día del Señor es mucho más. Nos evoca la Resurrección de Cristo y, por lo tanto, toda la jornada tiene que estar impregnada de un sentido cristiano: la Eucaristía, la oración, una obra de caridad, la bendición de la mesa, el descanso.

6. El Día del Señor, como aquella mañana en la que Cristo salió del sepulcro, nos infunde alegría. Es una llamada a la fiesta. Tenemos que recuperar el sentido festivo del domingo. No es positivo, más bien al contrario, cargar con más obligaciones el día que debiera ser de liberación, de paz o de sosiego.

7. En el Día del Señor, día de apariciones del Resucitado, los cristianos nos reunimos para compartir el manjar de la Eucaristía. No lo hagas por obligación. Reunirse con los hermanos de una misma familia ¿no es acaso causa de gozo y de emoción, de diálogo y de júbilo? No somos sólo individuos, somos comunidad.

8. Descansa de tus fatigas y preocupaciones. Que nada, deporte, ocio, actividades domésticas, televisión u otras actividades, te impidan dar gloria y alabanza a Dios. Hay un serio peligro: tributar culto a otros “dioses” (futbol, deporte, ocio, excursiones) ¿Dónde queda Dios?

9. Invierte tiempo para que, el Día del Señor, sea también una llamada a consolidar la familia, el amor, la generosidad y la relación con los demás. Busca aquello que te puede producir sensación de descanso y no de agobio.

10. Que el Domingo, Día del Señor, se note en tu casa; con una comida –sin ser opulenta- que sea especial. Un buen postre, un licor, un adorno, el recuerdo por los fallecidos en la familia, una breve lectura del evangelio. Nuestras familias, para que vuelvan a ser cristianas, tienen que volver a la casa del Padre, a recuperar el sentido sagrado del Día del Señor.

"Credo, Domine"

Himno Año de la Fe:


jueves, 11 de octubre de 2012

Los Sacramentos


Santiguarse con agua bendita ¿es una superstición o un mito? Una respuesta convertida en un excelente vídeo que seguramente te ayudará en tu fe y te hará valorar un poco más los sacramentos y cada ocasión que encuentres agua bendita en la iglesia.

Abramos al mundo las puertas de la fe



El Papa Benedicto XVI abre el 11 de octubre el Año de la Fe, en la conmemoración del cincuentenario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II. Una fecha importantísima, no solo para el recuerdo, sino para continuar ahondando en la Nueva Evangelización, al latido del Sínodo que se celebra durante este mes.
Con su dibujo, Patxi nos invita a encontrar en la Palabra, que nos abre el propio Papa, el misterio del Amor de la Trinidad. Misterio de amor que ha de inspirar siempre nuestras vidas.

Ser Discípulos y Misioneros


La misión que tenemos en la red no se debe basar tanto en crear estructuras como en el contagio.


¿Son malas las estructuras? No. En muchos casos son necesarias, pero no deben ser las protagonistas de la acción de la Iglesia, ya que la acción la debemos realizar cada uno de nosotros individualmente. Los santos no fueron estructuras, sino personas que cumplieron su misión. Esperar que las estructuras sean las protagonistas, es un sutil engaño del enemigo, ya que acalla las conciencias y nos hace desentendernos de nuestra responsabilidad.

¿Contagio? El contagio es un mecanismo natural que se da en muchos órdenes de naturaleza. Podemos pensar en contagios dañinos, como en el caso de las enfermedades, pero también se contagia la risa o la alegría. El contagio conlleva una serie de fases: contacto, sorpresa, asimilación y cambio interior. Necesita de un agente contagiante (nosotros) y un elemento de contagio (la Buena Noticia).

El contagio se realiza de manera natural. Dejemos que se produzca en nosotros para poder contagiar a otras personas. ¿En Internet? Sí, el contagio no tiene limitaciones en distancia o tiempo. Un comentario, un video, una imagen que compartamos en las redes sociales, puede cambiar la vida de muchas personas. ¿A qué esperamos?

sábado, 6 de octubre de 2012

Los padres, primeros catequistas

El comienzo de la Catequesis de niños y jóvenes es una buena  ocasión para descubrir la importancia de la familia, de los padres, en la educación cristiana de los hijos.

Los padres sois los primeros catequistas de vuestros hijos y la familia, en expresión del Concilio Vaticano II, es "la Iglesia doméstica" donde van creciendo en sabiduría, estatura y en gracia (Lc 2, 52) como el mismo Jesús de Nazaret.

Ser catequista en la familia es vuestra tarea y vuestra responsabilidad y la Parroquia quiere compartirlo con vosotros.

La tarea y la responsabilidad de los padres en la educación cristiana de los hijos no se reduce exclusivamente a bautizarlos, a mandarlos a la Catequesis para que hagan la primera Comunión, etc. No. Esto es importante, pero nos exige algo más. Exige que os impliquéis en su educación y maduración cristiana. Os indico cuato medios en los que tenéis que esforzaros:
- Acompañar, en casa, el proceso que vuestro hijo/a está realizando en la catequiesis Parroquial
- Conectar con su catequista para interesaros por la marcha del niño en la catequesis
- Rezar habitualmente con ellos. Así aprenderán las oraciones
- Asistir, con ellos, todos los domingos a Misa

Si ponéis en marcha estos medios, estaremos ofreciendo una buena y coordinada educación a vuestros hijo/as.

También os animo a que déis el paso a ser catequista en la Parroquia. Necesitamos catequistas y éstos, necesariamente, tienen que surgir de los padres y madres cristianos. Si tienes interés y tiempo no dudes en ofrecer tu servicio a la Parroquia. Te lo agradeceremos.

Decálogo del catequista


DECÁLOGO DEL CATEQUISTA




1. Es consciente de que continua la obra de Jesús. Intenta despertar el gusto por las cosas de Dios. El conocimiento y la escucha de la Palabra de Dios.
2. No es independiente. Está en comunión con toda la Iglesia. Su misión no es hablar de aquello que le parece sino de aquello que debe: Jesucristo es la Salvación.
3. Procura dar testimonio desde su fe. No es un profesional de la enseñanza. Su vida cristiana será el mejor recurso y el insustituible pilar para su apostolado.
4. Presenta y confía a Dios su responsabilidad. Sabe que, en la oración, está su fuerza y que por lo tanto el Señor, en el silencio y en la reflexión, le indica el camino a seguir.
5. Es responsable en su formación. Asiste con entusiasmo a la formación de catequistas. Habla, con conocimiento y  consistencia, de las verdades fundamentales del cristianismo y de la Iglesia.
6. San Pio X llegó a decir “Ser catequista es el apostolado más grande de nuestros días”. El catequista es consciente de que, su misión, es hacer llegar el mensaje de salvación donde educadores o padres no pueden o no están interesados en hacerlo.
7. No siente el agobio del tiempo. El catequista siempre dispone de tiempo para Dios. Es sabedro de que, el Padre, merece una dedicación entregada, confiada y sin excusas.
8. El secreto del catequista no está en sus habilidades. Su poder y su rearme está en la Eucaristía. Un catequista sin Eucaristía es como un río cuyo cauce puede secarse en cualquier momento.
9. Es reflexivo y metódico. Prepara con tiempo su catequesis. No es buena la improvisación. Entre otras cosas, la invención, significa rutina, desencanto y falta de respeto hacia los demás.
10. Supera las dificultades. Sabe que, la fe, es mirar a la cruz. Y, en la cruz, Jesús nos habla de la confianza. Nos invita a esperar contra toda esperanza. ·”Todo lo que hagáis a estos pequeños, me lo hacéis a mí”

Pistas para un catequista




5 PISTAS PARA UN CATEQUISTA





1.       La fe. El catequista no enseña sólo por la palabra. Su fe, si es viva y vivida, es el mejor vehículo transmisor para que, los niños o los jóvenes, intuyan lo que es creer en Jesús.
2.       La Palabra de Dios. El catequista no habla de sus cosas. Desarrolla su actividad “en nombre de”. La Palabra de Dios, no ha de faltar antes ni después de una buena catequesis. Es la luz que ilumina.
3.       El testimonio. El catequista ha de establecer y buscar un acorde, lo más perfecto, entre lo que es, dice y hace. Si demuestra, con sus obras, que cree en Dios, las palabras no serán ni necesarias. El humo denota donde está el fuego.
4.       La oración. El catequista sabe que su poder de persuasión no reside en él. Hay una fuerza suprema, Dios, que es quien le orienta y hará que fructifique todo a su tiempo.
5.       La formación. Nadie posee el todo por ciencia infusa. Un catequista sin formación, es un catequista que corre un serio peligro: la relajación, el error o el relativismo.

Catequista es ser una persona de fe que confía en la Palabra de Dios, que da testimonio de su experiencia divina, que busca los momentos de oración y, porque sabe que es débil, intenta saber más y mejor, a través de la formación, de lo que la Iglesia le confía.